Tras una práctica deportiva siempre se esconde
mucho esfuerzo, constancia y exigencia con la preparación que cualquier
deportista lleva durante toda su trayectoria.
A pesar de todo esto que no es poco, en algún momento os podéis encontrar con un “No quiero seguir”. Esta decisión suele pillar por sorpresa a las familias puesto que ellas también se han esforzado para conseguir que su hij@ haga deporte en las mejores condiciones y esto no entra en sus planes.
Aquí es importante que no os alarméis, aceptarlo como una señal y tratar de encontrar el foco para poder orientarlos y así encontrar respuestas a sus inquietudes, ¿quién no ha dejado de hacer algo que en su día le gustaba?
Como padres y como pilar fundamental de apoyo no
sirve de nada reprochar el tiempo y el esfuerzo que habéis dedicado a su
formación deportiva, ellos lo saben aunque no lo expresen. Estar muy
orgullosos, ya que ello ha facilitado que aprendieran entre otras cosas a
respetar unas normas, a ser responsables y a esforzarse para mejorar cada día.
Dicen que ya no disfrutan como antes, pero en la mayoría de casos lo que sucede es que aparecen nuevos focos de interés y al modificar su lista de prioridades se ven en la obligación de tener que elegir y ello implica tomar decisiones:
1. Las relaciones sociales se anteponen y necesitan dedicarles más tiempo que antes.
2. La competición se vuelve más exigente y no tienen ganas de tanto esfuerzo.
3. Los estudios demandan más implicación y al no planificarse bien no sacan tiempo para todo.
4. Se ven capaces por primera vez de decidir abandonar un deporte que ellos nunca han elegido y con el que no quieren continuar.
5. Se sienten frustrados por generar altas expectativas que no llegan a alcanzarse.
6. Acaban agotados por presiones externas o de ellos mismos que no se han sabido gestionar.
7. Dejan de divertirse y el deporte pierde el sentido porque no entienden su necesidad.
8. También pueden aparecer otros factores externos que les obligan a huir por falta de recursos para hacerle frente y no porque ellos quieran.
Con tranquilidad, sin enfrentarnos, escuchando y
empatizando con ellos tratar de ayudar a:
• Identificar el verdadero motivo que le lleva a tomar esa decisión.
• Encontrar otras alternativas intermedias que se ajusten a lo que necesitan.
• Gestionar y organizar su tiempo.
Crear un espacio donde puedan expresar lo que
sienten y lo que les lleva a tomar esa decisión, no os cabréis, tratar de
entender su postura y encontrar juntos otro camino.
Lorena Cos (@LorenaCos)
Psicóloga deportiva
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