"Tengo 19 años y siempre me han gustado mucho los vídeojuegos. En 2013 conocí uno que me cambió la vida: el World of Warcraft. Al principio jugaba dos horas diarias al llegar del colegio, pero cuando empezaban las vacaciones las cosas se descontrolaban. Esperaba a que mis padres se fuesen para jugar. Empezaba sobre las 6, paraba de madrugada, dormía 4 horas y el resto del tiempo jugaba. Luego empecé la universidad y me pasó lo mismo. No me puedo controlar, quiero eliminar el juego pero realmente es difícil despedirme de este mundo. Tengo metas enormes y este juego es un ancla que no me deja despegar".
Es el testimonio de uno de los usuarios que piden ayuda en la página dejar.info. Un portal donde se puede solicitar asistencia para dejar adicciones, incluida la dependencia de los videojuegos. En los últimos años las nuevas tecnologías han invadido nuestras vidas y, en menos de 20 años, los videojuegos se han desarrollado a toda velocidad. Pasando por las primeras consolas con el Super Mario Bros o Pokemon en blanco y negro hasta la realidad virtual y las partidas online desde distintas partes del mundo.
Jesús empezó a jugar con ocho años a la Play Station 1. "El enganche que tenía era el de un niño normal. Mis padres me controlaban, si no aprobaba me quitaban la consola etc", cuenta a El Huffington Post. Su problema vino después, con la Play Station 2 y el GTA (Grand Theft Auto): “Jugaba con 8 y 10 años a juegos de 18. Con sangre, violencia etc. Falté hasta un mes al colegio para estar jugando a la Play por las mañanas”. No recibió ningún tratamiento porque considera que no lo necesitaba y asegura no conocer a nadie que necesite ayuda. “Hace dos años me enganché a jugar online y estuve un tiempo en que mi vida era sólo salir de fiesta y jugar a la Play. Ahora juego, pero menos”, asegura este joven que considera que el control parental es fundamental, aunque no reconoce que la dependencia a los videojuegos sea un problema.
“La adicción a los videojuegos no está contemplada en los manuales de psicología, pero esto no significa que no haya pacientes que presenten una patología”, opina José Antonio Molina, doctor en psicología y autor del libro: "SOS… Tengo una adicción".
¿CÓMO SE RECONOCE UNA ADICCIÓN?
Los especialistas coinciden en que es importante diferenciar entre uso abusivo de los videojuegos y adicción. “Es cierto que se consumen mucho, pero también se utiliza el término ‘adicción’ muy a la ligera”, explica Ignacio Blasco, psicoterapeuta experto en adicciones y cofundador de la asociación de Ludopatía y nuevas adicciones ALYA.
Los criterios para que salten las alarmas son varios. La tolerancia es el primero que destaca Molina, “cuando alguien necesita jugar cada vez más”. La abstinencia o irritabilidad es otro en el que coinciden ambos expertos: “Cuando la persona se pone irritable, nerviosa o con ansiedad cuando no juega o tiene que dejar de jugar”, explica Blasco. También puede rozar la obsesión.
La adicción a los videojuegos "tiene una serie de consecuencias negativas", según Molina. "Querer jugar todo el tiempo, tener problemas a nivel familiar, social, laboral e incluso problemas de salud por la falta de sueño” son algunas de las consecuencias de estar enganchado a los videojuegos. También perder el control del sueño: “Hay veces que alguien se propone jugar una hora y acaba jugando ocho”.
Todo ello tiene que ser mantenido en el tiempo —"si eso te pasa un fin de semana, no sería adicción"— . Esto hace que el afectado acabe "prescindiendo de cosas importantes, actividades sociales y de ocio". "Te puedo hablar de un paciente que pasó cinco años jugando, aislándose y prescindiendo de comidas u horas de sueño".
MÁS COMPLICADA QUE OTRAS ADICCIONES
Blasco opina que no se puede comparar con otras adicciones físicas como la cocaína, aunque parte del tratamiento sea similar. Además, destaca la peligrosidad de los videojuegos, pues "es algo que puedes usar toda la vida". El experto en adicciones a las nuevas tecnologías señala que es más fácil dejar algo para siempre —como ocurre cuando dejas las drogas— que dejar algo que está a tu alrededor en la vida cotidiana. "Es un terreno más peligroso porque no se puede prohibir el juego de por vida, es más cotidiano y no hay desgaste físico o económico en muchos casos", añade.
"Nosotros, además de evaluar a la persona, evaluamos los tipos de videojuegos", señala. Sostiene que los juegos ocultan otro tipo de problemas, como faltas sociales o familiares. También facilitan la evasión y canalizan la ansiedad: un juego consigue dejar en off una parte del cerebro y la compulsión evita pensar en problemas o tener ansiedad”. "Desde el Candy Crush, en el que puedes pasarte horas jugando a lo mismo, hasta otros videojuegos con muchos niveles y escenarios distintos. Así se puede ver la relación de la persona con los videojuegos", explica.
No hay una edad específica para engancharse a los videojuegos, sostiene Molina. Pero sí es más común entre jóvenes y adolescentes. “También he tenido clientes de entre 20 y 25 años”, asegura el autor de SOS Tengo una adicción.
TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN
Molina explica que el tratamiento y los síntomas son similares a los de otras adicciones con la clara diferencia de que en este caso no habría proceso de desintoxicación. “Sí se actúa igual en el sentido de reconocimiento del problema para poder tratarlo, ayuda al autocontrol y al deseo, planificación de otras actividades…”.
¿Qué se puede hacer desde casa para prevenirlo? “Entre la población joven e infantil es importante establecer unos patrones de uso y fomentar otro tipo de actividades”, opina Molina. “Como en cualquier ámbito de la vida de un niño, hay que establecer límites. Los juegos en sí no son malos: fomentan la lógica, la memoria… Pero no son un problema si son una actividad más de muchas”.
NO TODO ES MALO
"Es cierto que puede existir un grado de adicción. Los videojuegos tienen un componente atractivo que puede ser bueno y también malo", opina Antonio J. Fernández Leiva, director del Máster Propio de Creación de Videojuegos de la Universidad de Málaga y miembro del estudio de desarrollo de videojuegos A Bonfire of Souls. Fernández Leiva opina que es el entorno educativo de los jóvenes y adolescentes el que tiene que responsabilizarse del uso de estas tecnologías: "Los padres y profesores deben controlarlo, aunque quizá en cierta manera también los propios creadores". Señala que también se pueden usar los videojuegos como castigo o recompensa.
Además, Fernández Leiva destaca los beneficios de jugar con las consolas y ordenadores: "Los chicos que juegan tienen más reflejos, la vista más rápida, mayor percepción del espacio...". Además, desmiente el mito de que se deja de socializar: " Con las opciones de multijugador se puede aprender y conocer gente". Esta opción en los videojuegos permite conectarse e interactuar con gente de todo el mundo. "Otro beneficio es que se aprende de tecnología o puede generar interés por campos que en la vida real no lo despiertan Por ejemplo, puedes aprender mucho con un juego de física", asevera.
Según el experto, algunos de los juegos a los que más se juega actualmente son: el World of Warcraft, el League of Legends, el PES o el FIFA, el GTA o incluso algunos más simples como el Candy Crush.
Fuente: www.huffingtonpost.es
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