En fechas recientes hablé sobre el morfo ciclo semanal de mi equipo en el último partido de Liga. Todo surgió tras unos comentarios en Twitter que hice sobre el encuentro, en caliente, feliz porque habíamos conseguido una victoria contra el segundo del campeonato que, hasta ese momento, tenía los mismos puntos que nosotros. También era una especie de reivindicación por el trabajo que mi cuerpo técnico está haciendo esta temporada, a pesar del poco reconocimiento obtenido desde dentro y en un entorno cada vez más hostil.
No hablo de mi club particularmente (que cae en los mismos errores de enfoque que los demás). Pero el fútbol base en España me preocupa por la errónea visión que directivos y entrenadores tienen y porque la crisis está limitando el fútbol de la calle. Los clubes imponen cuotas a sus jugadores y trabajo extradeportivo al entrenador, se castiga a quien no paga religiosamente, no se deja jugar a quienes no tienen posibilidades económicas y el trato humano cada vez es peor. La crisis también está afectando a la esencia y esto sí que no tiene coartada; los directivos están más encima exigiendo resultados para poder presumir de ellos y atraer, bien a nuevos jugadores o sencillamente a padres y patrocinadores dispuestos a aportar dinero al club. Jugadores de entre 10 y 16 años utilizados o exigidos para que su club se beneficie económicamente.
Tampoco dejo de lado la labor de los entrenadores. Muchas veces nosotros, sin presión de la junta directiva, sino por cuestiones relacionadas con el ego, el sentimiento de superioridad o la ambición personal, anteponemos nuestro beneficio personal a la formación del jugador. Discursos en los que se sobre presiona al jugador, broncas en caliente por errores técnicos (y no en la toma de decisión o por falta de actitud), jugadores que se quedan sin jugar… La figura del entrenador ha crecido en los últimos tiempos en España y ya era hora. Sin embargo, el éxito de algunos técnicos y el ansia de parecerse a ellos ha hecho que muchos confundan los objetivos y comportamientos.
QUERER GANARaa
Es muy fácil hablar de esto desde fuera y dar lecciones morales o vitales a los entrenadores que trabajan día a día. Querer ganar y destacar forma parte de la naturaleza humana y cuando eres entrenador no debes dejar de lado nunca la posibilidad de victoria. Opinar desde fuera y decir que lo importante no son los resultados, sino que los chicos disfruten, que tienen que jugar todos… es bla, bla, bla. Si fuera tan fácil, todos podrían ser entrenador. Eso sí, independientemente del estilo de cada técnico hay cosas que me parecen imprescindibles y que habría que exigir desde los clubes a los entrenadores en edades de formación que tienen que ver con el respeto a los jugadores, al fallo, al error humano o al aprendizaje.
Como entrenador en edades de formación creo que no es incompatible que los jugadores disfruten y el equipo obtenga rendimiento a corto plazo. Y, además, es verdad que formamos jugadores que son jóvenes, pero hemos visto llegar a la élite del fútbol a chicos sin ninguna capacidad técnica y también cómo se quedaron en el camino futbolistas con una calidad fantástica. Y no siempre es casualidad y no siempre es culpa de factores externos. También hay que enseñar a competir, a manejar resultados, a cerrar partidos, a ser pícaros (sin ser irrespetuoso o atentar contra el fair play) o a responder ante la adversidad. Eso son cosas lógicas que algunos ‘filósofos’ critican.
SIN MIEDO AL ERROR
Yo entreno a mis equipos con el objetivo de que entiendan el juego, que aprendan el sentido colectivo, el espacio y el tiempo, que tengan libertad para tomar decisiones en los entrenamientos y partidos y que no tengan miedo al error. ¡Sobre todo al error técnico! Pero también les enseño a que esas decisiones se tomen en un contexto adecuado, que trabajen y que se impongan dentro de un modelo de juego determinado. También eso es pensar a largo plazo, porque hay que acercarlos al fútbol real en todos los sentidos. Durante ese proceso, cumplido con seriedad, interés, intensidad y preparación, la consecuencia suele ser que los equipos rinden al máximo de sus posibilidades y, por tanto, ganan muchos partidos. Y se les debe intentar exigir (en un marco respetable y procedente) ganar esos partidos. Personalmente, tengo la sensación de que mis jugadores son mejores jugadores después de haber estado conmigo y es gratificante que algunos de ellos te pregunten por tu futuro cuando reciben ofertas para tomar la decisión de irse a un equipo mejor o quedarse en tu equipo.
Lo que no se puede hacer es, como hemos dicho antes, anteponer tus ambiciones a las del equipo y no respetar los procesos de formación. No hablo sobre llegar a la victoria de cualquier camino (lo cual es más respetable que muchas de las cosas que veo en el fútbol base). En este sentido, nunca viene mal recordar que sigue siendo lamentable ver a chicos de 9 o 10 años dando vueltas al campo sin balón durante diez minutos para luego hacer un circuito físico. Y lo sigo viendo en grandes clubes. Un ejemplo imperdonable en un entrenador: aumentar la carga física por una derrota (que muchas veces es fruto del azar).
LAS NOTAS Y LA CONCENTRACIÓN
Debemos entender que tratamos con chicos en formación, gente que tiene que hacerse, antes que como deportista, como persona. Que nosotros tenemos que formarnos lo máximo posible para poder aportarle al chico cosas que otros no podrían. Hace poco hablamos sobre las notas en el colegio. No suelo ser muy exigente con esto y no me interesa demasiado ni juzgo a nadie por lo que hacen fuera del club, pero lo hice porque veía que algunos jugadores, durante los entrenamientos, tenían dificultades para mantener la concentración. Cuando estudié las notas de los chicos les dije:
“Yo no voy a sentar a nadie en el banquillo porque haya sacado malas notas. Ni voy a echarle la bronca a nadie. Solo quiero aconsejaros, desde mi posición, que por lo menos os sentéis y os concentréis fuera de los entrenamientos. No hay sorpresas para mí en las notas. Se ve en los entrenamientos. Los que peores notas habéis sacado sois los que más dificultades tenéis para seguir, comprender y mantener la concentración en entrenamientos. La mente también se entrena. Y no hay nada más importante en el fútbol que la mente. Pensar cansa. Es más difícil estudiar un día durante tres horas si nunca has estudiado ni diez minutos, que si cada día estudias una hora. Y también es más difícil tomar decisiones correctamente durante 90 minutos si no estáis acostumbrados a mantener la concentración”.
En realidad este artículo sólo es para explicar que, aunque la victoria gratifica en cualquier categoría o equipo, lo bonito es que fue consecuencia de un trabajo previo entre jugadores y c
uerpo técnico. Que la táctica concreta del partido solo pudo tener los resultados esperados por el trabajo que cada semana hacen los jugadores. Jugadores que, también gracias a la exigencia del cuerpo técnico y los entrenamientos, disfrutan y valoran más las victorias y tienen mayor capacidad de trabajo que cuando empezamos.
EMPATÍA Y EDUCACIÓN
Sí, hay que trabajar para ganar. Sí, hay que ser resultadista. Esa es mi opinión. No hay nada más difícil que ganar en el fútbol, ¡como para encima no buscar la victoria! Pero tan difícil es ganar como que la forma de intentarlo es con trabajo de calidad y mucha empatía. La presión a la que muchas veces se somete a los jugadores produce el efecto contrario. Es contraproducente porque un jugador de 15 años no está preparado para llegar a un nivel de activación concreta como un jugador hecho y maduro que juega en el Real Madrid.
Empatía y educación son términos claves para la formación de los jugadores. Y con esto acabo. Empatía para entender que no toda victoria está en el resultado y que, a según que edades, no hay mayor victoria que un equipo que aprende y que además es feliz y que salvo en casos especiales no puedes dejar sin jugar a alguien que merece hacerlo porque no tenga tanto nivel como un compañero. Empatía para entender que los jugadores necesitan estímulos y disfrutar y que, aunque a veces pueda condicionar un resultado (si entrenas bien, jugando once contra once, no debería) no es lo mismo jugar diez minutos que no jugar. Que es bueno que chicos de menor edad entrenen con equipos de categorías superiores y que si van convocados, que jueguen, aunque sea unos minutos. Pero que sea porque cumplen…
Porque una de las cosas que nadie comenta pero que más retrata a entrenadores cuyo objetivo no es formar jugadores, son aquellos que hacen titulares a jugadores que no se lo ganan entrenando, por mucha calidad que tengan. Conseguir ser profesional es muy difícil y se necesita un esfuerzo y una dedicación fuera de lo común. Mal acostumbrar a un jugador para que te gane un partido hoy, hará que mañana no esté. Los jugadores, en fútbol base, deben entender que la seriedad, la profesionalidad y el esfuerzo son requisitos indispensables e innegociables para obtener la titularidad. Aclaro, que el término “esfuerzo” no tiene que ver (o no únicamente) con cuestiones físicas, sino motivacionales, tácticas, emocionales. Un esfuerzo que engloba compromiso y respeto y que cualquier jugador, como cualquier persona, debe aprender y poner en práctica a diario.
Fuente: Francisco Ruiz Beltrán
(martinperarnau.com)
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