martes, 26 de febrero de 2019

El error de castigar sin deporte. Ante un bajo rendimiento académico, ¿es importante la práctica deportiva?

¿Cuántas veces hemos escuchado a los padres decir a sus hijos: “esta semana te quedas sin entrenar o sin jugar; estás castigado por tus malas notas en el colegio?

Este recurso correctivo suele utilizarse porque los niños disfrutan con esas actividades y las familias piensan que sirve como una medida de presión para sus hijos e hijas. Sin embargo, no se es consciente de las repercusiones reales de esta medida.

Aprovecharemos las conclusiones de diversos estudios para concienciar de que la actividad física y la práctica deportiva no influye en el mal rendimiento académico, sino todo lo contrario.



 
Uno de esos estudios, publicado por la revista Brain and Cognition, afirma que la condición física de los jóvenes está relacionada con su capacidad cognitiva. Cuanto mayores sean sus facultades anaeróbicas, más veloces serán sus conexiones neuronales o sinapsis, aspecto que reflejará en una mejora considerable del pensamiento lógico y de las habilidades lingüísticas.
 
Otro estudio, publicado por la Universidad de Vrije (Holanda), concluye que el deporte contribuye a potenciar las capacidades cognitivas, mejorando la función cardíaca y aumentando los niveles de endorfinas y la conexión entre neuronas, lo cual repercute positivamente en la actividad académica.

Un estudio más, desarrollado por el Observatorio de Estudios del Comportamiento de ESADE y la empresa Danone, concluyó que el 37% de los niños que han empezado a practicar un deporte han obtenido mejores notas que el resto, además hacen más deberes y mejoran sus resultados académicos.

Y, por último, el Instituto Universitario de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte argumenta que con la práctica deportiva se aumenta el rendimiento cognitivo hasta un 25%.
Como se refleja en estos estudios, la conclusión es que la práctica de actividad física puede ayudar a conseguir mejores rendimientos académicos.

Por ello, las familias deben estimular al niño o niña a no faltar a su cita con el deporte y la actividad física, ya que dentro del deporte también se fomenta otro tipo de valores como el esfuerzo, el compañerismo, el respeto, la responsabilidad, la disciplina, la humildad, el compromiso y un sin fin de valores, así como también habilidades psicológicas como la autoconfianza, la gestión del error y la gestión del tiempo (muy importante para mejorar la planificación y la organización), de los que todos en su conjunto ayudarán a potenciar el nivel académico.
 
Con la práctica deportiva, se adquieren una serie de compromisos y obligaciones, y las familias deben ser las primeras en enseñar a sus hijos a cumplirlos en lugar de privarles de ellos con la excusa de unas malas notas o de la falta de trabajo.

A lo largo de la vida, los jóvenes tendrán que hacer frente a numerosas obligaciones y tendrán que aprender a gestionar su tiempo para llevarlas a cabo con eficacia. Ahora tienen una oportunidad magnífica para enseñarles a hacer una buena gestión de sus pequeñas obligaciones, sin descuidar ninguna.

Debemos enseñarles a comprometerse y a ser constantes, teniendo claro, por supuesto, que no puede despreocuparse del ámbito académico, sino que el esfuerzo debe trasladarse a todos los ámbitos de la vida.  



Fuente: David Victoria Quiles

SER PADRES NO ENTRENADORES

En nuestra sociedad hay un alarmante incremento de la agresividad que se ha trasladado al deporte y, muy especialmente, al fútbol. Es casi una rutina —cada jornada— meterse con el árbitro, con el rival, con el padre del rival, con el entrenador… Las conductas violentas, lamentablemente, no sólo ocurren en el fútbol, pero es el deporte más popular y tiene un gran impacto social. Es de sobra conocido que hay quienes acuden a los estadios a desatar sus instintos de confrontación, sus frustraciones primarias. La pasión mal entendida convierte a los padres en auténticos ‘hooligans’, en hinchas de comportamiento violento y agresivo, capaces de pegarse o insultar en partidos de niños, en los partidos de sus hijos… Momentos vergonzosos que, lejos de ofrecer a los chavales una sana educación deportiva, muestran la peor lección y la imagen más bochornosa que un hijo puede recibir de su padre: «una pelea entre padres suspende un partido entre niños de 5 años», «un árbitro de 16 años, agredido por un padre de un alevín», «uno de los padres que se peleó en un partido de juveniles puede perder un ojo» …




Al final son los niños quienes pierden: por encontrar malos ejemplos por parte de quienes son sus referentes (sus padres), y, también, porque, a veces, se les sanciona por las acciones de sus padres. Es básico recordar, insistir, que los padres educamos a nuestros hijos con el ejemplo, no con charlas… La actitud respetuosa de las familias resulta clave para evitar la violencia en el deporte infantil. Por ello es importante orientarlas sobre la actitud que deben tener cuando sus hijos practican algún deporte. Y aplaudir —y apoyar— el esfuerzo que están realizando las escuelas de padres para crear un espacio común de diálogo para todas aquellas personas que quieran ser mejores padres.

Prevenir la violencia en el fútbol base. Prevenir las actitudes agresivas. Lo que entendemos por violencia no se limita únicamente a agresiones físicas, sino que el proceso empieza mucho antes. Hay tres formas distintas de agredir: verbal, psicológica y físicamente. La violencia verbal se produce en el momento en el que se amenaza o critica faltando el respeto e insultando a rivales, equipo arbitral, técnicos, miembros del equipo o, incluso, a nuestros propios hijos. La violencia psicológica es más sutil que la verbal, pero muy habitual, y consiste en menospreciar o insultar a otros en presencia de nuestros hijos, ridiculizándolos cuando no nos ha gustado su actuación, justificar la violencia como una respuesta válida, no intervenir en la prevención de un conflicto, mantener una actitud pasiva ante situaciones que aconsejan y exigen un claro compromiso… La violencia física es el final del camino iniciado con agresiones más sutiles. Es la menos común de las tres, aunque la más visible y la que más impacto tiene: la psicológica no suele salir en los medios de comunicación, pero, quizá, es la más perjudicial para la educación de nuestros hijos.

Todo vale y hemos dejado de lado que un niño juega al fútbol para jugar, para divertirse y, aun sin saberlo, para aprender unos valores que luego le serán muy útiles en su día a día, porque al fin y al cabo el deporte es una escuela de vida. Se puede, y se debe, enseñar a competir y esforzarse siendo honesto y respetuoso. No vale todo. Intentar reconducir las actividades deportivas a los valores que les son propios. Evitar conflictos y encontrar soluciones. El deporte es una buena escuela para la transmisión de los valores que ayudan a las personas a desenvolverse en un mundo adulto, laboral y social. Los padres debemos colaborar para que nuestros hijos descubran valores como el trabajo en equipo, el esfuerzo, el juego limpio, la puntualidad, la generosidad, el saber perder, etc. que tanto bien le harán en su vida… Pedirles que hagan trampas para ganar o incitarles a vengarse de algún rival, nada más lejos de una buena transmisión de valores: al contrario.

Los valores son cosas buenas que tenemos las personas y que se van aprendiendo con el tiempo, a través de modelos apropiados, de ejemplos a seguir. El deporte es un contexto único para que esos valores se desarrollen y se fortalezcan. Una gran aportación a la formación del carácter de nuestros hijos. De ahí la importancia de colaborar con el trabajo que están realizando las escuelas de padres. Intentar encauzar la pasión de los niños y padres por el deporte hacia valores-dignos-de-tal-nombre en el terreno de juego. Conseguir que los padres se planteen si están actuando bien, si su actitud está ayudando a su hijo… En caso de que no sea así, tomar conciencia es el primer paso para mejorar. Los padres tenemos que «estar ahí», acompañándolos: como padres, no como entrenadores. Los padres no somos ni entrenadores, ni árbitros: somos padres.




martes, 19 de febrero de 2019

PADRES, LOS VALORES DEL FÚTBOL EMPIEZAN EN USTEDES

Aún recuerdo las frases que usaban los mayores cuando dos niños se peleaban en el patio del colegio: “No se insulta”, “Las cosas no se arreglan con violencia”, “las cosas se solucionan hablando”, “Pídele perdón por lo que le has dicho”, etc.  Padres y profesores soltaban un sermón sobre cómo comportarse y cómo no, cuando se tenía un problema con un igual. La mayoría de estas peleas derivaban de situaciones competitivas, desde una simple carrera hasta el partido de fútbol que se jugaba en el recreo, pero no solían llegar a mayores pues siempre aparecía un mayor que paraba la situación. Hoy hablamos de los valores del fútbol.

A medida que los niños crecen y se desarrollan, estas situaciones conflictivas aumentan y la probabilidad de resolverlas de maneras inadecuadas también. Una pachanga en el recreo se convierte en un desafío, en un conjunto de hormonas revolucionadas, de patadas o empujones “que no han sucedido”. Olvidando, a veces, que simplemente se trata de un juego.


Los valores del fútbol

En el mundo del futbol base, estos conflictos incrementan su probabilidad: los niños según crecen suben de categoría, los retos se complican, las tensiones aumentan y la competitividad se adueña del carácter lúdico de este deporte. En el fútbol base también se educa. Además del reglamento y las normas de conducta específicas, se aprenden valores, a relacionarse con los demás y un montón de experiencias que aplicar a la vida cotidiana. A los niños que desde pequeños se dedican a jugar al fútbol por afición, por diversión, por salud, se les educa para jugar con deportividad, porque el objetivo principal es disfrutar, ya que se sigue tratando de un juego, en el que casi nadie llega a profesional y los que lo hacen, no se suelen pelear.

Esta educación debería encontrar el respaldo de los padres de los deportistas, debido a su gran influencia en la educación de los niños, sobre todo, en sus fases de desarrollo. Los seres humanos aprendemos por observación, por imitación, etc. Por lo que me gustaría saber si se les enseñó a los padres que, para educar, hay que ser un modelo de conducta: “Predica con el ejemplo”, “actúa cómo te gustaría que actuasen contigo”, “aplícate el cuento”.

¿Por qué digo esto? Lamentablemente, en la actualidad del fútbol base cada vez son más frecuentes las noticias sobre los enfrentamientos entre padres. ¿Qué están enseñando esos padres a sus hijos? ¿Qué es lo que aprende un chaval al ver a su padre insultándose y pegándose con otro? ¿Qué aprende cuando le toca separar a dos personas adultas para que una pelea no vaya a mayores? ¿Tan importante es lo que se están jugando?

Con suerte, evalúe la situación como negativa y sienta la suficiente vergüenza como para no querer protagonizar algo así en su vida. Puede que crezca sabiendo cómo no ha de comportarse dentro y fuera de un campo de futbol. Pero las secuelas psicológicas derivadas de este aprendizaje probablemente también crezcan con él, pudiendo tener efectos negativos en su carrera deportiva y en otras esferas de su vida, empezando por la familia.

Pero, ¿y si aprende por observación, por imitación? ¿Y si la siguiente vez que se sienta frustrado o que un rival le ponga nervioso le suelta un puñetazo? Probablemente piense: “Si una persona mayor lo hace, no debe estar tan mal”, “a veces la violencia es necesaria”, “a veces las palabras no sirven”, etc. ¿Qué está aprendiendo? ¿Qué educación se le está dando sobre el fútbol? ¿Y sobre la vida?

Que un deporte es algo saludable, que lo importante es competir de manera deportiva, que hay que disfrutar, que es solo un juego. Me temo que no.

Piensen qué les diría su hijo si, tras haberle metido un puñetazo a la madre de otro chico, le dicen que eso no hay que hacerlo. Atrévanse a decirle que no tiene que meterle una patada a su rival si le insulta. ¿Qué os respondería? En la mayoría de casos: “tienes razón” no será la respuesta.

Cuando un jugador está en el terreno de juego, él es quien juega, quien compite. El papel de los padres ha de ser apoyar y animar a sus hijos, antes, durante y después de cada partido, pues es la mejor manera que tienen de ayudarles. Un partido de fútbol es un conjunto de hormonas, nervios, emociones, etc. Los padres que insultan a otros padres o jugadores, que se enzarzan en estas peleas incomprensibles, se convierten en un obstáculo para el correcto aprendizaje de sus hijos.


Si en algún momento se ven en esa situación en la que su ira aumenta, paren un segundo a pensar si les beneficia, si la respuesta es NO, frenen.
 
-SI USTED NO VA A IR A AYUDAR A SU HIJO,
-NO VAYA A ESTROPEARLE EL PARTIDO,
-ÉL MERECE LA OPORTUNIDAD DE DISFRUTAR DE ELLO.

Creemos entre todos un deporte, que merezca la pena ser disfrutado.


Fuente:  Marta Bueno
www.upadpsicologiacoaching.com

PORQUE UN NIÑO SE DESMOTIVA EN FÚTBOL ?

En mi vida como padre de futbolista he vivido de todo, momentos de euforia, felicidad, alegría y momentos donde ha llegado la desmotivación. ¡Qué terrible palabra, desmotivación! Este es el momento en el cual vamos a saber de qué están hechos nuestros hijos. Este es el enemigo número uno de un jugador. En estos momentos se decide si persevera o se quita. Analizando tantos años donde muchos de los compañeros de mis hijos que tenían unas habilidades extraordinarias ya no están. ¿Pero qué paso?

Les cuento que las etapas de un jugador son muy parecidas, tanto niñas como niños comienzan con lo básico hasta desarrollar esas habilidades ocultas y lograr llegar a un punto que podemos decir que las habilidades de nuestro jugador estrella llega a un máximo. Pero entonces, ¿Donde entra la desmotivación? Nuestros niños están bombardeados por tantas cosas que influyen en ellos de una manera muchas veces negativas, pero analizando me he topado con algunas cositas que destruyen a un jugador.



Un jugador se desmotiva por:

Nosotros, los padres: Muchas veces pensamos que pagando a un club para que nuestro hijo juegue estamos haciendo gran cosa. NO, NO, NO, nuestros hijos se desmotivan cuando los dejamos solos, nuestros hijos se desmotivan cuando ven que sus padres no están ahí para verlos entrenar o jugar, nuestros hijos se desmotivan cuando preferimos otras cosas que a ellos. Estar ahí, aparte de crear ese lazo tan importante, les da seguridad ya que saben que cuentan con nosotros. Recuerden que la mayoría de ellos son menores y dependen totalmente de nosotros para llevarlos a tiempo a sus partidos o entrenos. El compromiso de parte de nosotros es parte fundamental en el desarrollo y motivación de nuestros hijos. Felicitarlo, echarle el brazo, respaldarlo, preocuparte por él es algo fácil que puedes hacer y sabes algo, puede hacer la diferencia. No le exijas responsabilidad si tú eres un padre irresponsable con él.

Los entrenadores: El rol de un buen entrenador es parte fundamental en el desarrollo de un jugador, debe saber analizar las necesidades de cada uno; debe saber escuchar, no ser un dictador sino; debe tener serenidad, con gritos no se resuelve nada; debe saber solucionar problemas; debe ser imparcial; no puede tener favoritos, todos son iguales; debe amar lo que hace, tener la vocación es parte fundamental. ¡Cómo he visto yo entrenadores que destruyen la vida de un jugador! La mediocridad no es aceptable, porque estamos tratando con seres humanos, nuestros hijos. Ahí está gran parte de la desmotivación y frustración.

Los árbitros: ¡Dios mío qué cosas he visto yo! Árbitros que no saben ni las reglas básicas del deporte, digo yo, no saben las reglas básicas porque pitan jugadas que ni la FIFA las tiene establecidas. Algunos se sienten todo poderosos sin aceptar que son humanos y que pueden equivocarse. No piensan que están aportando con su irresponsabilidad a la desmotivación y frustración de unos jóvenes que aman el deporte, pero que se sienten frustrados al ver las injusticias.

Aquí los directores de las Ligas tienen mucho que ver al contratar un cuerpo de árbitros con poca o ninguna experiencia. A lo mejor dirán que no tienen los recursos, como padre prefiero pagar por un buen cuerpo de árbitros que ayude a desarrollar las habilidades de mi hijo y que sean justos y certeros que ver a unos árbitros alejados de la verdad. Que duro es esta situación y lo mucho que destruye a un jugador. Y lamentablemente lo vemos a diario.

Vieron que hay muchos elementos que aportan esa desmotivación en nuestros niños..

Recuerden que hay muchos niños con la habilidad natural para el fútbol pero esto no les garantiza el éxito. Necesitan el compromiso, el trabajo en equipo, la disciplina que nosotros los adultos les podemos brindar. Sé parte fundamental en la vida de tu hijo, disfruta esta etapa, no seas parte de la desmotivación. Que tu hijo te recuerde como el papá que siempre estuvo ahí para él.

Recuerda que el buen desempeño aumenta su potencial pero a la vez un jugador motivado es equivalente a un jugador exitoso.

Es importante también que sepas que el objetivo principal de un deporte es divertirse. aunque queramos que tengan éxito, es importante que sean felices primero.

EN QUE SE FIJAN LOS OJEADORES DE LOS GRANDES CLUBES?

Cuando comienza a rodar el balón en el césped cada fin de semana no solo aficionados y familiares asisten a disfrutar del fútbol en directo, también lo hacen los ojeadores de los grandes clubes que desean ‘pescar’ en el fútbol base.

Esgardo Calvo Marini y Diego Ribera han ejercido esta función. El primero durante más de 20 años al servicio de Real Madrid y Espanyol, mientras que el hoy segundo entrenador ‘perico’ fue dos años y medio ojeador para el FC Barcelona en la Comunidad Valenciana.

Desde muy temprano en la grada

Si eres futbolista y nada más entrar al estadio ya ves a alguien sentado en la grada, cuando todavía falta más de una hora para que arranque el partido, casi seguro que se trata de un ojeador. Así lo hacía Calvo Marini: “Voy temprano al campo para ver cómo llegan, cuándo se colocan y de lo que hablan para ver la mentalidad que tienen”.


“Veo el calentamiento y el partido. Si me gusta un futbolista me quedo hasta que termina el choque para ver quiénes son los padres por si hiciera falta realizar un posible trámite, y luego me voy para casa a hacer el informe”, explica este ojeador argentino que durante más de dos décadas se recorrió los campos del fútbol base en la Comunidad Valenciana.

Aunque Diego Ribera matiza que esto no siempre funciona así. Dependiendo de la hoja de ruta que te dé el club para el que trabajas a veces es posible llegar el primero al estadio o ciudad deportiva, o en otras ocasiones hasta pueden acabar llegando con el partido empezado. “Si puedo me gusta llegar pronto al campo, pero muchas veces llegas justo. Normalmente vienes de otro encuentro, puedes estar en la Ciudad Deportiva del Villarreal y luego tienes que ver otro partido inmediatamente después en la Ciudad Deportiva de Paterna”.

Eso sí, hay algo que también confía en no perderse siempre que el entorno lo permita. “El calentamiento si es posible me gusta verlo, difícil en algunos sitios cuando te conocen y te saluda mucha gente”. Y esto, como nos cuenta, pasa más a menudo de lo que a ellos les gustaría. “En el mundo del fútbol actual, por tema de padres y representantes, es casi imposible que no sepan que está ojeándoles algún equipo concreto”.

“Muchas veces los representantes son los que lo difunden porque les interesa que se sepa que están ojeando a sus futbolistas. En algunos sitios pasas desapercibido si no conoces a representantes, pero en otros sitios es imposible”. Y para que esto no le ocurra, Marini cuenta que “no digo a nadie que voy a ver al futbolista. No se lo digo ni al club porque pese a que el jugador de ahora es más inteligente y está mejor preparado, en determinados partidos siente la responsabilidad y presión y a veces no da su medida”.

La calidad por encima de todo

Si algo tienen claro estos ex ojeadores de clubes como Barcelona, Real Madrid o Espanyol es que si hay calidad, lo demás pasa a un segundo plano. “Lo primero que veo es la calidad, la técnica que tiene, después voy viendo otras cosas. Puede tener otros problemas pero nunca te dirán que no es bueno, y yo no sacrifico a un futbolista porque haya tenido una reacción mala o haya sido díscolo en el campo. A veces son así porque tienen carácter, y hay que saber canalizarlo”, afirma Calvo Marini, algo en lo coincide Ribera.

“Si es muy bueno no vas a dejar pasar la oportunidad, vas a recomendar que lo vean más y ya dependerá de la dirección deportiva del club si ficharlo o no. El ojeador simplemente da una opinión privilegiada”, indica el actual segundo entrenador del RCD Espanyol en Primera División. Y sorpresas siempre aparecen en un partido de fútbol en Juveniles, Cadetes o Alevines, pero a veces estos talentos no encajan en las necesidades que tienen los grandes clubes.

“Si quieres al jugador al que has ido a ojear, por más que hayan aparecido otros el trabajo tuyo ha sido sobre el jugador que has ido a ver. Si luego despunta otro futbolista pues se toma nota, y si cabe en la forma de jugar del equipo para el que trabajamos pues también se le puede firmar”, apunta Marini sobre las ocasiones en que ha asistido a exhibiciones de algún jugador inesperado, circunstancia que también ha vivido Diego Ribera.

“Te pasa muchísimo, pero normalmente a ese jugador que te sorprende un partido lo debes volver a ver más adelante. Puede ser casualidad, un gran partido y que su nivel real no sea ese, depende también del rival y de la motivación que tenga ese día”, afirma, incidiendo en que “al final la decisión es del club y el ojeador debe informar y detallar los máximos jugadores posibles a la entidad que le paga”.

Los “ítems” a cumplir

Con ellos confiaba en encontrar Diego Ribera a esos jugadores especiales en edad de fútbol base. El primero de todos, y casi tan prioritario como la calidad técnica, era que encajaran con el perfil necesitado por el club porque “un lateral ya puede ser muy bueno pero no sube la banda, y no nos sirve si con el balón no va bien. Eso ya te condiciona para ficharlo por el Barcelona”.

“El comportamiento del jugador dentro del campo es importante. Cómo se relaciona con los compañeros y con el árbitro, cómo reacciona si le cambia el entrenador o cuando le corrige, el representante que tiene, los padres como son o qué tal le va en el colegio. Todos esos ítems te hacen ver cómo será el niño, en teoría, en el futuro, y el más importante es el de jugar con calidad”, confiesa alguien que salió de la prestigiosa cantera del Valencia CF.

Calvo Marini añade que “prima el talento, la capacidad técnica y ahora mismo, para el fútbol que se está desarrollando, en determinados puestos tienen que ser muy rápidos. Diría que ahora en casi todas las posiciones tienen que ser rápidos”. Eso sí, con alguna excepción porque “si vas a ver puestos y busco a un centrocampista inteligente sé que a lo mejor no es rápido, y lo tengo que asumir así”.

Y siempre teniendo claro que “hoy en día puede haber un futbolista de grandísimo nivel en cualquier lugar. Figo salió de un pueblecito donde no había campo de fútbol”. Lugares a los que ahora, con las redes sociales e internet, es más fácil acceder para encontrar a cualquier chaval que destaca y de eso también se benefician ojeadores como los que nos atienden para este reportaje.

6 en casa y 6 fuera

“En 12 partidos se puede calcular bien la capacidad del futbolista”, confiesa Marini, que añade que “si veo 6 partidos en casa y 6 fuera ya tengo los valores en los que yo me puedo apoyar para recomendar a ese futbolista. Hay veces que cuanto más lo ves más defectos le puedes sacar, miramos pero hasta cierto punto porque todos fallan en cualquier partido como cualquier jugador”.

Se valora al jugador de acuerdo con la categoría del contrario, “aunque si tú quieres firmarlo y te gusta lo firmas igual”, explica este argentino residente en Valencia cuyos informes acababan en los despachos de Real Madrid o Espanyol.

Y tanto él como Ribera también están de acuerdo en que la Comunidad Valenciana posee calidad de sobra en sus categorías inferiores, con “potencialmente muchos jugadores que pueden llegar a primera división”. Por talento y por las “buenas familias y buena formación académica, que al final todo cuenta en el futbolista y este depende mucho de la familia”.

Una fama de una zona que cada día tiene a entrenadores más formados en las Escuelas y donde confían en que ya no ocurran cosas como la que, a forma de anécdota final, nos relata el actual técnico ‘perico’. “Antes había veces que no te querían decir las alineaciones. En algunos campos no te las querían dar para que no tomases nota de tal o cual jugador”.



Fuente: yosoynoticia.es

jueves, 14 de febrero de 2019

ENTRENAR TU MENTE ES CLAVE PARA LLEGAR AL ÉXITO

Un gran número de deportistas, de distintas disciplinas, de todo el mundo, aseguran que el 90% de su éxito deportivo, se debe a su capacidad y entrenamiento mental.

Según ellos, en el deporte profesional de alto nivel no hay grandes diferencias entre unos deportistas y otros en cuanto a talento (potencial innato), destreza profesional (aquello que el deportista ha aprendido por medio del entrenamiento) o habilidad física (altura, fuerza, etc.).


La gran diferencia entre estos deportistas, viene dada por su grado de preparación mental y fuerza psicológica.

Por eso, hemos hablado con deportistas, atletas y crossfiters y te presentamos las claves para que tú también puedas alcanzar tu éxito deportivo.


Programa una parte de tu tiempo para tu entrenamiento mental

Hoy en día nadie duda de que las habilidades mentales influyen de forma importante en el rendimiento deportivo.

Pero, ¿cuánto tiempo le dedicamos al entrenamiento de las habilidades psicológicas?

Los deportistas empleamos la mayor parte del tiempo en desarrollar destrezas individuales y en mejorar la forma física. Y en cambio le dedicamos muy poco tiempo (o nada) a desarrollar las destrezas mentales o al coaching deportivo. La falta de conocimiento, malentendidos relacionados con las habilidades psicológicas o la falta de tiempo son algunas de las razones de esta incongruencia.
 
4 factores mentales que influyen en nuestro rendimiento deportivo

Cualquier deportista que quiera mejorar su rendimiento personal debe comenzar reconociendo que hay factores mentales que influyen en su rendimiento, como la motivación, la autoconfianza, el control emocional y la concentración.

Hoy se sabe que los músculos y el cerebro, la mente y el cuerpo, trabajan integradamente.

“Según pensamos y sentimos, rendimos”.

1) Motivación:

La motivación es el deseo o la necesidad que hace que una persona actúe para conseguir unos objetivos. Marcarse buenos objetivos es una de las características de los grandes deportistas. El deseo de cumplir nuestros objetivos nos da “hambre” y mantiene en un nivel adecuado nuestra motivación.

2) Autoconfianza:

Por otro lado la autoconfianza o la fe en nuestras habilidades personales para llevar a cabo una acción o un comportamiento con éxito, es una condición esencial para que alcancemos la victoria.

Porque a veces la competición nos provoca dudas, preocupaciones y altos niveles de ansiedad, y esto puede influir negativamente en la rapidez de reacción y en la ejecución motora.

3) Control emocional:

Sin control emocional no podremos llegar a ser deportistas de alto nivel. Desarrollar ejercicios de entrenamiento mental para deportistas que ayuden a controlar las emociones o las dudas, puede ser la diferencia entre el éxito de un deportista o el fracaso.

4) Concentración:

Por otro lado los deportistas necesitamos una gran capacidad de concentración. Todas la acciones, incluso la más sencilla o la más intuitiva, exigen concentración. Nuestra atención debe estar siempre fijada en las tareas relevantes del momento, en la situación actual, evitando concentrarse en lo que ha pasado o temiendo lo que pueda ocurrir.
 
Todo está relacionado

Estos componentes de la fuerza mental no trabajan por separado. Muy al contrario, son interdependientes entre sí, y cada uno es el resultado de otro, al mismo tiempo que está influenciado por un tercero.

Cuando uno pierde el control de sus emociones, la concentración sufre de inmediato, y cuando no estamos concentrados, perdemos autoconfianza. No hay auto-confianza si no hay concentración o control emocional. Y no hay éxito deportivo sin concentración.

Ser mentalmente fuerte quiere decir saber controlar tu mente y lo que sucede en ella, para así poder mejorar tu habilidad. Los signos más evidentes de fuerza mental son la consistencia y una habilidad estable.

No son mentalmente fuertes aquellos deportistas que tienen un “día de suerte” sino aquellos que dan lo mejor de sí competición tras competición.
 
L
a fuerza mental también se entrena

Desde este punto de vista todo deportista tiene dos metas: hacer gala de sus habilidades de forma consistente y alcanzar el máximo nivel en el desarrollo de sus habilidades. Alcanzar estos dos objetivos no es nada fácil, sin embargo es francamente posible.

La fuerza mental puede aprenderse.

Esta habilidad se puede entrenar y mejorar. Sólo unos pocos nacen mentalmente fuertes, sin embargo todos podemos llegar a ser mucho más fuertes de mente.

Al igual que el entrenamiento físico pretende incidir sobre variables relevantes para el rendimiento como la resistencia, la fuerza, la flexibilidad o la velocidad, el trabajo psicológico que plantea la Psicología del Deporte se centra en los elementos de la fuerza mental que son esenciales para nuestro éxito.

Al igual que es necesario dedicar tiempo de entrenamiento para que los deportistas adquiramos y perfeccionemos habilidades físicas y técnicas, también lo es asignar un tiempo para aprender las habilidades psicológicas que pueden ayudarnos a optimizar nuestras posibilidades de rendimiento.
 
Las habilidades psicológicas no vienen solas

Se está demostrando que el ensayo en establecimiento de objetivos, en la imaginación, la focalización de la atención, la activación psicológica y relajación, control cognitivo…pueden contribuir a mejorar nuestro funcionamiento en el entrenamiento y la competición

Creo que cada vez son menos los que siguen pensando que el proceso de mentalización sobrevendrá sin tener que intervenir, automáticamente, como una consecuencia inevitable del trabajo duro, la madurez deportiva y la habituación a las competiciones.

Creo que cada vez son más lo profesionales del deporte que se muestran interesados en incorporar a su programas de entrenamiento técnicas psicológicas. Cada vez son más los deportistas que creen que el entrenamiento psicológico es fundamental para optimizar el rendimiento deportivo; y el crossfit no es una excepción de ello.

Las necesidades psicológicas de los deportistas, no son una “invención” de los psicólogos, sino una realidad inherente a personas que deben luchar continuamente contra sus propios límites y rendir al máximo de sus posibilidades en el contexto estresante de la competición deportiva. Es hora de pasar a la acción, es hora de comenzar a entrenar habilidades psicológicas para rendir al máximo.


Fuente: es.velitessport.com

PORQUE ES MEJOR EL FÚTBOL 7 EN NIÑOS

Estos son los 24 razonamientos que hablan a favor de la práctica del fútbol 7 para los niños de 10 y 11 años en detrimento del fútbol 11 contra 11.

EN EL FÚTBOL 7:

1.- Los jugadores están más veces en contacto con el balón, realizan más pases, controles, conducciones, regates, remates y rechaces. También el portero interviene más veces. Así el fútbol 7 estimula más el aprendizaje de las situaciones técnico - tácticas básicas que el fútbol 11 contra 11.

2.- La técnica del pase, del tiro, del control, de la conducción, del juego aéreo y de las fintas se ejecuta con más facilidad y precisión debido al peso y la circunferencia menor del balón nº 4.



3.- Los jugadores anotan más goles, lo que favorece el desarrollo de su confianza y les motiva a esforzarse más.

4.- Los jugadores están más veces expuestos a las situaciones básicas del juego de fútbol (1:1,2:1,1:2,2:2,3:2,2:3 y 3:3), lo que facilita su entendimiento y solución posterior con más acierto.

5.- Hay más tiros libres, saques de banda, saques de esquina y penaltis, lo que facilita su aprendizaje.

6.- Cada jugador que no tiene el balón participa mentalmente y más intensamente al juego por tener más posibilidades de jugar el balón que en el juego 11 contra 11. Debido a que hay menos jugadores en el campo, debe procesar menos información antes de poder intervenir en la jugada, lo que facilita su acierto en el juego. También del punto de vista físico participa más frecuentemente e intensamente al juego.

7.- Es más fácil ubicarse en cada momento correctamente en el terreno de juego. Así el niño de 10 y 11 años se integra mejor en un equipo de Fútbol 7 que en un equipo de 11 jugadores.

8.- El juego se desarrolla con más fluidez y más dinámica que el juego reglamentario.

9.- El niño de 10 y 11 años disfruta más debido a las razones aquí enumeradas.

10.- Se evita una prematura especialización en una demarcación determinada. Se presentan más frecuentemente situaciones en las cuales un defensa ataca y un atacante defiende debido a la menor “profundidad” del campo (60m.). Así, el fútbol 7 exige una mayor polivalencia de cada uno de sus jugadores lo que interesa en la formación de los jóvenes futbolistas.

11.- El jugador puede salir y regresar tantas veces como el formador lo desee, con lo cual existe la posibilidad de dar al jugador una necesaria información fuera del campo inmediatamente después de su actuación acertada o una jugada malograda. Así, recibe consejos durante su presencia en el banquillo y no cuando está en el campo y su atención se dirige a la lectura del juego. Aprende mejor.

12.- Hay un ambiente de grupo y mucho menos “discriminación” entre los buenos y menos hábiles porque no existen más titulares o suplentes debido a la posibilidad de cambiar al mismo jugador varias veces. Todos van a jugar.

13.- Los jóvenes practican un juego parecido a aquel de los adultos porque las dimensiones del campo y el menor número de jugadores facilita el juego de conjunto que se basa en el desarrollo de la capacidad de comunicación y cooperación entre los jugadores. En el fútbol 7 no existe el juego al pelotazo.

14.-

 Se enseña mejor que en el juego reglamentario la capacidad de percepción, de orientación y el manejo del espacio que está a su perfecta medida.

15.- El jugador acierta más veces por tener facilidades en la percepción y análisis de la situación, así como en la toma de decisiones. Además, el balón facilita la ejecución de lo que han pensado anteriormente.

16.- El jugador puede auto-corregirse mejor que en el juego reglamentario en el cual las situaciones de juego son mucho más complejas y, por lo tanto, el niño precisa de la ayuda del técnico para conocer las razones de su error.

17.- Favorece la correcta lectura de juego (entendimiento de lo que ocurre en cada momento) por una frecuente reaparición de las mismas situaciones básicas de juego.

18.- Se cumplen los deseos, las expectativas y las necesidades vitales de los niños entre 10 y 11 años. El niño juega si fuera grande porque se adaptó el fútbol a su medida.

19.- Es más fácil detectar talentos. También es más fácil para el formador evaluar el rendimiento de cada uno de sus jugadores y encontrar las deficiencias a corregir en los entrenamientos posteriores.

20.- Los jugadores menos hábiles contribuyen más al juego, lo que favorece su mejora en las distintas capacidades de juego, necesarias para jugar bien al fútbol.

21.- El portero, debido a las dimensiones de la portería (especialmente por su altura de 2m.), acierta más veces, lo que se refleja en su confianza en sí mismo durante el partido. El fútbol 7 favorece su juego de ataque.

22.- El formador que, generalmente, está todavía en el proceso de formarse, tiene menos problemas para dirigir un grupo de un número más reducido de jugadores. Puede dar a cada uno de sus jugadores más atención. El fútbol 7 le da facilidades para analizar o leer el juego de ambos equipos y para evaluar el rendimiento de sus discípulos debido a situaciones de juego menos complejas.



23.- Los jóvenes árbitros de menos de 20 años encuentran en el fútbol 7 una competición más simplificada y a su medida que favorece su formación gradual hasta llegar a arbitrar partidos de once contra once.

24.- Los padres están más contentos ver actuar a su hijo como protagonista en el juego y con posibilidades de marcar más goles que en la competición 11 contra 11.



Fuente: José Carrascosa
(futbolsesion.com)

miércoles, 6 de febrero de 2019

HAZ LA LABOR DE PADRE Y DEJA QUE EL ENTRENADOR HAGA SU TRABAJO

Comienzo este artículo con una pregunta: ¿Somos los padres conscientes de que

nuestros hijos nos ven como una referencia?

Todos nuestros comportamientos, gestos, palabras o acciones tienen repercusión en nuestros hijos. Nos observan y tratan de imitarnos en la medida de lo posible. Un hijo intentará siempre hacer feliz a sus padres, que se sientan orgullosos de él. Así que nuestra responsabilidad es inmensa. Somos observados a diario, por tanto, nuestra labor educativa no cesa nunca. Cualquier momento o situación es un excepcional escenario formativo.

En los años que llevo en el fútbol base, concretamente en Fútbol 7, he podido observar que existen diferentes tipos de padres. Me he permitido clasificarlos en base al comportamiento que tienen dentro de un campo de fútbol.

PADRES – ENTRENADORES: sin duda, ocupan el primer lugar en mi clasificación.

Los campos de fútbol están llenos de esta “especie”. Son padres que asisten a los entrenamientos, no faltan a ningún partido (también son conocidos como entrenadores frustrados). Le dicen al entrenador dónde tiene que jugar su hijo, cómo tiene que jugar el equipo y se atreven a dar instrucciones a su hijo o al equipo. Están convencidos de que su hijo es el mejor y ven al niño jugando, en un futuro, en un equipo de primera división. Para ellos, no existe nada más que su hijo. El equipo existe porque está su hijo dentro de él. En 
los partidos “montan” el espectáculo. Antes de comenzar ya ejercen de entrenador: “vamos a ganar” “tú, no chupes tanto” “tenéis que echarle h..”. Durante el partido, no paran de gritar, corregir, situar a los jugadores, increpar a todos (jugadores, rivales y, por supuesto, árbitro), insultar, desafiar, muestran agresividad. A veces, están tan metidos en el partido, que corren la banda. Es frecuente verlos con una cerveza en la mano y su hábitat natural está en la grada, pero pegado al terreno de juego donde se le identifica fácilmente.

Si el equipo pierde es porque el entrenador no tiene ni idea y los jugadores no tienen el nivel de su hijo. Si se gana el partido se muestra muy satisfecho porque su hijo ha sido pieza esencial y él ha influido, con su dirección del juego a base de gritos, en el resultado. Se marchan convencidos de que su hijo es el mejor. El problema surge cuando en un equipo hay dos o más jugadores que son los mejores (en relación de los padres entrenadores que existen en el equipo: x padres entrenadores = x futuros Messi en el equipo). Si esto ocurre, la guerra está montada. Hace seis años entrenaba a un equipo prebenjamín (6 y 7 años) con el que quedamos campeones de liga. El día de la fiesta por la consecución del título, dos padres entrenadores se pelearon a puñetazos. Los niños no sabían por qué se peleaban, yo tampoco (sigo sin saberlo).


Pero es que ellos tampoco sabían por qué se estaban pegando. El daño que estos padres les hacen a sus hijos es inmenso. Lo peor es que ellos no son conscientes y van a más en su actitud negativa.

Estos padres, a veces, se les ven acompañados de otro “ejemplar” que he denominado:
PADRES – SEGUNDOS ENTRENADORES: tienen la misma misión que el anterior pero en un segundo plano. Sólo se acerca al primero para hacer comentarios puntuales.

También increpa e insulta, pero desde la barra del bar. Tanto al primero como al segundo, les importa muy poco la formación de sus hijos. Lo único que les interesa esque su “diamante en bruto” esté rodeado de los mejores, en un equipo ganador.

PADRES GRATIFICADORES: así denomino a los que gratifican, económicamente, a sus hijos por cada gol marcado (lo siento por los defensas y por los porteros). Dan dinero por goles marcados. He visto dar 10 euros por cada gol marcado y estamos hablando de partidos de fútbol 7 en los que un mismo jugador puede marcar un gran número de goles. Los niños, evidentemente, se vuelven egoístas dentro del terreno de juego, increpan al compañero si no le pasan el balón, no tienen concepto de equipo y no se integran en un grupo.

PADRES REPRESENTANTES: esta “especie” está en auge. A estos padres les da igual que sus hijos jueguen en el equipo del barrio, o no. Buscan el mejor equipo, aunque tengan que desplazarse varios kilómetros. Su hijo tiene que estar con los mejores. Si no es así, ya se encargará él de traer jugadores para que su hijo esté en un equipo ganador.

Si su hijo queda desplazado porque hay jugadores mejores, busca un equipo donde pueda tener protagonismo. Hace lo posible para que su hijo sea conocido, incluso envía videos a los medios de comunicación locales.

PADRES DESFASADOS: son los desfasados, los que recuerdan su infancia y creen que el mundo no evoluciona. Se les reconoce por frases como: “En mis tiempos…”, “Cuando yo jugaba…”. Les da igual que su hijo, en un entrenamiento, esté 45 minutos haciendo carrera 
continua porque él entrenaba así. Son partidarios de gritar a los niños de forma desmesurada porque así lo entrenaban a él. No valoran las condiciones tan favorables en las que entrenan sus hijos, se limitan a decir “lo nuestro tenía más mérito”. Son padres que se han quedado atrás en la evolución del fútbol.

PADRES PASOTAS: no se interesan por el niño. Les da igual la formación del niño, el entrenador, el club en el que están. No preguntan si han ganado o perdido. Se limitan a llevar al niño al entrenamiento y recogerlo cuando termina. Rara vez, se les ve presenciando un partido. Para ellos, es una obligación que su hijo entrene en un equipo.

MADRES: en todos los sectores de la sociedad se ha producido, afortunadamente, la incorporación de la mujer. El fútbol base no podía quedarse atrás en este avance social.

Así, cada vez más madres acuden a entrenamientos y partidos de sus hijos. Sin ánimo de generalizar, su comportamiento es parecido al padre entrenador, pero sin saber qué es un fuera de juego, un libre indirecto o un interior derecho.

VERDADEROS PADRES – VERDADERAS MADRES: se interesan, a principio de temporada, por la formación que va a tener su hijo. Tratan de conocer al entrenador, la formación que tiene y el trato que le da al niño. Nunca interfiere en las decisiones, planteamientos, entrenamientos, ni partidos. Siempre mantienen una actitud discreta de apoyo, animan a su hijo y al grupo de forma elegante y digna de elogio, no crean presión innecesaria, dan motivación y seguridad. Animan y apoyan al equipo sin protestas, insultos o desaprobaciones a los integrantes del equipo, del rival o al colegiado. Siempre ofrecen su vehículo para el desplazamiento. Felicita a todos los jugadores del equipo y los anima si salen tristes porque han perdido. En definitiva, disfrutan del deporte a través de sus hijos.

Para finalizar, quiero transmitir un mensaje: “Con esta carta quiero recordaros lo difícil que es dirigir y enseñar a un grupo de niños/as, a practicar el deporte que les gusta, como para que se produzcan situaciones difíciles o comprometidas, por parte externa a la composición del equipo o club, el niño/a a estas edades tiene que aprender a ganar y a perder por ellos mismos fomentando unos valores como complemento a la educación, por lo tanto, dejemos que disfruten, y nos dediquemos a animarlos cuando pierdan y felicitarles cuando ganen. Tampoco debemos de olvidarnos de una cosa que es muy importante, facilitar la labor del entrenador sin meternos en sus decisiones técnicas o tácticas, ya que lo más ingrato de todo esto, son los “entrenadores frustrados”, que, aunque “su idea” es de colaborar con el equipo, hacen todo lo contrario…”.


Fuente: Juan Díaz
Fiebrefutbol.es